Maria Millán Bello (24) estudia Trabajo Social en la Universidad de Barcelona. Desde febrero 2019 participa en el programa Erasmus+ y hace las prácticas en ClubIn en Múnich.
Tenía muy claro que quería aprovechar mi paso por la universidad para hacer el programa Erasmus, Múnich era mi primera opción. Envié la solicitud a la universidad y tramité todos los papeles, unas semanas después me habían aceptado, mi viaje estaba en marcha. Fue entonces cuando empecé a contarle a todo el mundo mis planes. “Me voy a Múnich!” Le decía a todo el mundo. “-Cómo? Pero si tu odias el frío!””- Alemania… que país tan complicado!” Esas fueron algunas de las reacciones. A mi me daba igual, estaba decidía a irme y así lo hice.
Preparé mis maletas y puse en ellas todas mis ilusiones. Me subí al avión y poco después ahí estaba, sola en un país nuevo. La sensación es sin duda extraña, creo que es una mezcla de miedo y emoción. Así fue como me sentí al llegar al que sería, por unos meses, mi nuevo hogar. Los primeros días fueron emocionantes, todo era nuevo, para mí Alemania era nueva. La verdad es que me sentí muy bien y bien acogida desde el principio, incluso sin hablar alemán todo el mundo intentaba ayudarme. El primer día, recién aterrizada con mis grandes maletas, me disponía a llegar a mi residencia. Estaba en el metro y tenia que bajar un montón de escaleras. Obviamente era imposible que pudiera bajar yo sola, y en ese momento una señora se acercó a mi y me preguntó si necesitaba ayuda. Parece una tontería pero fue un gesto muy importante para mí, fue como si mi nuevo hogar me estuviera ayudando, como si esa señora fuera la representación de Alemania.
Mis primeras semanas fueron muy bonitas, descubrí una ciudad nueva, las calles me parecieron limpias y ordenadas, los edificios preciosos, adoraba pasear mirando edificios, y a día de hoy lo sigo haciendo, no creo que nunca me canse de mirar los edificios de Múnich. Me sorprendió el silencio de la ciudad, la calma y la tranquilidad. Me gustaba descubrir los supermercados, para mi casi todos eran nuevos, asi que cada día iba a uno distinto y miraba todas las cosas que tenian, al final, un país es lo que come su gente. Múnich me ha sorprendido mucho, y para bien. Me gusta la energía de la gente, me gusta la ciudad llena de bicicletas y los parques llenos de niños los dias más soleados.
He tenido la suerte de rodearme de personas de muchos países y culturas distintas, en la universidad, la residencia de estudiantes y por supuesto en ClubIn, de cada una de esas personas se puede aprender algo, por lo que creo que soy afortunada. En la diversidad se encuentra la riqueza.
A día de hoy sigo sorprendiéndome con muchas cosas, tengo la sensación que cada día es un pequeño reto, y al final del día siento satisfacción de haberlo superado. Estoy segura que la experiencia que estoy viviendo marcará mi vida de una forma muy positiva. Y así, sin más, Munich llegó a mi vida para quedarse.